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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Los emblemas

Los emblemas son gestos que tienen un significado específico, pudiéndose traducir dicho significado directamente a palabras (Petisco Rodríguez & Nahikari Sánchez, 2016). Son emitidos consciente e intencionadamente.

Surgen como una forma alternativa a la comunicación a través de la voz, para ser empleados cuando las condiciones de habla son difíciles o imposibles, existe una gran distancia entre emisor y receptor, o por acuerdo entre emisor y receptor. Por tanto, la función que cumplen los emblemas es puramente comunicativa. También se pueden emplear para suplir o repetir el contenido de una comunicación verbal, para enfatizar algunos aspectos del mensaje verbal que tratamos de transmitir, o para contradecir, en sentido irónico, lo expuesto verbalmente.

Para Ekman y Friesen (1972) los emblemas pueden involucrar acciones de cualquier parte del cuerpo, aunque típicamente suelen estar implicadas las manos, la orientación de la cabeza, los movimientos de la musculatura facial o la postura.

Por lo general, todos solemos ser conscientes de la emisión de emblemas, pero en ocasiones pueden producirse lo que Ekman denominó “deslices emblemáticos” (Ekman & Friesen, 1972). Se trataría de situaciones en las que no elegimos emplear un emblema de forma deliberada surgiendo este de forma no consciente. Así el “gesto de la peineta”, consistente en dejar rígido el dedo medio mientras se mantiene la mano cerrada en forma de puño (gesto que simboliza un pene con los testículos), aparece en ocasiones de forma inconsciente, simbolizando expresiones del tipo “jódete”, “vete al carajo” o “chúpala”. Otro típico desliz emblemático consiste en hacer un movimiento de afirmación con la cabeza mientras se pronuncia un “no” de manera verbal (o viceversa), o encoger los hombros como símbolo de “impotencia”.

Otra peculiaridad de los emblemas es que muchos de ellos son específicos de una cultura en particular, aunque también existen emblemas que, en mayor o menor medida, son universales o casi universales. Algunos de esos emblemas serían, por ejemplo, el conocido “flash de cejas” (elevación de cejas con una duración muy breve) que se emplea como saludo; el gesto de burla, consistente en apoyar el pulgar sobre la nariz mientras los demás dedos se despliegan a modo de abanico (muy extendido en la Europa occidental); agitar la mano, a modo de saludo o despedida;  llevarse la mano a la boca, en señal de hambre (no en todos los países); o inclinar la cabeza hacia un lado cerrando los ojos y colocando las manos debajo a modo de almohada, como señal de sueño o simbolizando el acto de dormir.

Pero cuidado, un problema que conlleva el empleo de emblemas es que un mismo signo puede tener significados muy diferentes, en función de la cultura ante la que nos encontremos. Así, el conocido “gesto del anillo”, donde el pulgar e índice se juntan formando un círculo, puede significar que algo es “ok” en países como Estados Unidos o Gran Bretaña, “cero” o “nada” en países como Francia, “dinero” en países como Japón y ser un insulto sexual obsceno en países como Italia o Brasil (ya que simbolizaría el “ano”). Quizás por ello, diversos autores han tratado de confeccionar listados de emblemas correspondientes a diferentes culturas, como Kaulfers (1931), Green (1968), Saitz & Cervenka (1972), Johnson, Ekman & Friesen (1975) o Poyatos (1977).

La web PlimsleurApproach.com, dedicada al aprendizaje de idiomas, en su día editó información sobre 7 emblemas cuyo uso, en función del país donde nos encontremos, podría acarrearnos problemas:

Trabajos citados

Ekman, P., & Friesen, W. V. (1972). Hand movement. Journal of Communication, 22, 353-374.

Green, J. R. (1968). A gesture inventory for the teaching spanish. Filadelfia: Chilton Books.

Johnson, H. G., Ekman, P., & Friesen, W. V. (1975). Communicative Body Movements: American Emblems. Semiotica, 15(4), 335-353.

Kaulfers, W. V. (1931). Curiosities of colloquial gesture. Hispania, 14, 249-264.

Petisco Rodríguez, J., & Nahikari Sánchez, H. (2016). Expresión corporal. Movimientos corporales, posturas, orientación corporal y gestos. En R. López Pérez, F. Gordillo León, & M. Grau Olivares, Manual de Análisis de Comportamiento no Verbal: más allá de la comunicación. Madrid: Pirámide.

Poyatos, F. (1977). Forms and functions of non verbal communication in the novel: A new perspective of the author-character-reader relationship. Semiótica, 295-238.

Saitz, R. L., & Cervenka, E. J. (1972). Handbook of gestures: Colombia and Unites States. La Haya: Mouton Publishers.

jueves, 20 de agosto de 2015

El apretón de manos como manera sutil de buscar señales químicas sociales

El apretón de manos se ha utilizado como el gesto característico a llevar a cabo para cerrar un acuerdo, concluir negocios, iniciar un saludo o una despedida. Ya los romanos se cogían el antebrazo para expresar promesas o veracidad en sus palabras.

Hasta ahora sabíamos que durante dicho gesto se transmite y percibe mucha información en función de la apariencia de las manos y uñas (actividad laboral, autoestima), de la textura o dureza de las manos (actividad laboral probable), de la sequedad o humedad de las mismas (grado de nerviosismo o problemas relacionados con la hiperhidrosis palmar), de la duración de dicho gesto (grado de interés y emotividad), de la mayor o menor presión con que se ejerza dicho apretón (grado de dominio)  o por la forma de disponer la mano (actitud dominante, sumisa o colaboradora). Pues bien, según pone de manifiesto un reciente estudio del Departamento de Neurobiología del Weizmann Institute of Science, Rehovot, Israel, (Frumin, y otros, 2015), parece ser que durante dicho acto también aprovechamos para tomar “muestras” de los olores que nos transmite la otra persona. Según este estudio, publicado en la revista “eLife”, durante el apretón de manos transmitiríamos y recibiríamos señales químicas, por lo que podríamos afirmar que, durante el gesto más característico del saludo, también percibimos información social a través del olfato.

 
 
Estos autores sugieren que una de las razones por las que tradicionalmente se lleva a cabo este gesto sería la de conocer (“degustar”) los olores de nuestro interlocutor. Sin ser conscientes de ello, el apretón de manos nos ofrecería una manera socialmente aceptable de comunicarnos a través del sentido del olfato. Otros animales, como los perros o las ratas, huelen a sus congéneres en una situación social. En el caso del hombre, el apretón de manos, también se emplearía como una forma de conocimiento del otro a través del olfato, pero por motivos ético-sociales ese uso del olfato se lleva a cabo de manera mucho más discreta.
Según se desprende de este estudio, no solo nos olemos las propias manos con cierta frecuencia de forma no consciente, sino que además después de darle la mano a otra persona, nos las olfateamos durante un mayor espacio de tiempo. En el estudio participaron unas 280 personas que fueron recibidas por otra persona, con o sin apretón de manos. Mediante cámaras ocultas se grabaron las escenas para comprobar cuántas veces los individuos se tocaban la cara tras el saludo, resultando que éstos olfateaban constantemente sus propias manos manteniéndolas próximas a la nariz aproximadamente en el 22 por ciento de los casos. Los individuos que fueron recibidos con un apretón de manos, incrementaron significativamente el gesto de tocarse la cara con la mano con la que había efectuado el saludo (la derecha) y curiosamente ese comportamiento sólo se llevó a cabo cuando el sujeto al que se saludada era del mismo sexo. Estos autores encontraron que después de darle la mano a alguien del sexo opuesto, los sujetos del experimento se olieron más la mano con la que no habían llevado a cabo el saludo (la izquierda). Sabemos que el sentido del olfato juega un papel clave en las interacciones con el sexo opuesto y que las señales químicas de los humanos desempeñan un papel fundamental en cuestiones como la selección de pareja.

Los experimentadores además manipularon la situación introduciendo artificialmente diferentes olores en el experimento. Por ejemplo, a los sujetos que estrechaban su mano se les puso un perfume unisex, aumentando entonces el olfateo de la mano, ocurriendo lo contrario, cuando se les perfumó con olores derivados de hormonas sexuales (la inhalación disminuyó), confirmando así la naturaleza olfativa del comportamiento del apretón de manos.




Pero el gesto de tocarse la cara, un gesto autoadaptador,  podría deberse a la incomodidad o estrés que podía estar provocando la situación experimental. Para descartar esta posibilidad y demostrar que el gesto de tocarse la cara era una manera de olfatear sutilmente la mano tras el contacto, a los participantes del experimento se les colocaron unos catéteres nasales que medían el flujo de aire inhalado mientras se producía dicho gesto; detectándose que cuando la mano que había efectuado el apretón estaba en las proximidades de la nariz, el flujo de aire inhalado era el doble que cuando se llevaba a cabo este gesto sin haberse producido el apretón de manos. En definitiva, lo que este experimento demostró es que los apretones de manos son una manera sutil de buscar activamente señales químicas sociales de los otros.

Para investigar si el hecho de dar la mano a otra persona transfiere olores corporales, los investigadores, hicieron que los sujetos participantes en dicho estudio, utilizaran un guante para dar la mano y luego comprobar qué residuos odoríferos quedaban en los guantes. Encontraron que un apretón de manos por sí solo es suficiente para la transferencia de varios olores conocidos que sirven como señales químicas significativas en los mamíferos, en concreto encontraron que el escualeno y el ácido hexadecanoico,  productos químicos que juegan un papel importante en la señalización social en perros y roedores, se habían transferido a los guantes.




Conclusiones:

- Los apretones de manos pueden transferir moléculas relevantes a la piel del otro

- Los humanos frecuentemente nos olfateamos las manos tras el gesto del saludo

- Nos olemos más la mano tras los apretones de manos con personas del mismo género

- Contaminar a los experimentadores con olores altera el efecto 

(*)Todas las imágenes pertenecen al artículo de Idan Frumin, Ofer Perl, Yaara Endevelt-Shapira, Ami Eisen, Neetai Eshel, Iris Heller, Maya Shemesh, Aharon Ravia, Lee Sela, Anat Arzi, Noam Sobel. A social chemosignaling function for human handshaking. eLife (2015). DOI: 10.7554/eLife.05154 

Trabajos citados


Frumin, I., Perl, O., Endevelt-Shapira, Y., i Eisen, A., Eshel, N., Heller, I., . . . Sobel, N. (2015). A social chemosignaling function for human handshaking. eLife, DOI: 10.7554/eLife.05154.