Está claro que Anna Gabriel es una mujer inteligente
y sabe adoptar la apariencia que considera más adecuada para tratar de alcanzar
sus objetivos. La conducta adaptativa
es un concepto vinculado en origen a la Biología.
Darwin (1859) resaltó la capacidad del organismo para ajustarse a su entorno como
mecanismo clave del proceso evolutivo. En Antropología
existen diversas corrientes que plantean que en las culturas de las sociedades
humanas las conductas adaptativas son la vía que éstas emplean para superar
exitosamente las limitaciones que impone el hábitat. Para la Sociología, en el proceso de
socialización la conducta adaptativa nos llevaría a adoptar las conductas y
valores propios de una sociedad determinada. Y es que para la Sociología los agentes de socialización
(como el grupo de pertenencia, o la familia) conducen a la adaptación del
individuo a su entorno social y a diferentes grados de conformidad o
uniformidad en conductas, pensamientos y aceptación de determinadas normas
(Montero, 2005)..
En ese sentido, el cambio repentino en apariencia y
conducta de Anna Gabriel, podría responder a ese intento de adaptación a su
nuevo entorno social, lejos de su grupo de pertenencia. La apariencia es un
canal de información no verbal muy potente que permite identificar y
“etiquetar” a las personas. Hasta ahora, a la exdiputada le ha interesado
identificarse con determinada corriente política y social. Su sello de
identidad ha sido vestir con esas camisetas con mensajes antisistema y lucir
esos peinados y cortes de pelo “rompedores”. Pero, parece ser que ha llegado el
momento de hacer como el camaleón y transformar su apariencia, probablemente
porque su estrategia actual es tratar de empatizar con los ciudadanos y con las
autoridades suizas. Al fin y al cabo, su futuro penal y laboral depende de
ello. Su imagen pública ya no es tan coherente con las ideas que defiende, pero
una cosa son las ideas y otra muy diferente la “supervivencia”.
Todos sabemos que mostrar una amplia sonrisa genera una reacción positiva en
los demás. La utilizamos en múltiples situaciones sociales con la intención de
ser amistosos; en otros casos como señal de apaciguamiento (por ejemplo cuando
llegamos tarde a una reunión). La expresión facial en situaciones de alta
activación puede mostrar emociones,
pero en la mayoría de los casos está vinculada a la comunicación de intenciones, a motivos sociales. Para la Ecología del comportamiento, las
conductas faciales de exhibición emocional son manifestaciones de la
intencionalidad social (Fridlund, 1994). Según afirman Fernández-Dols y
Crivelli (2013), diversos estudios naturalistas de tradición etológica han
demostrado que las sonrisas, en lugar de ser explicadas como señales de emoción
con un significado fijo, son mejor explicadas como conductas que satisfacen
diversas funciones adaptativas y que tienen un valor referencial flexible. Así,
citan diversos trabajos que ponen de manifiesto múltiples funciones diferentes
de la sonrisa: como una invitación sexual (Moore, 1985), en el marcado del
estatus sociométrico (Cashdan, 1998), en bromas ambivalentes (Keltner, Young, Heerey,
Oeming y Monach, 1998), como expresión de afecto y aceptación y -unida al
“flash de cejas” (elevación rápida de cejas)- como invitación social (Eibl-Eibesfeldt,
1998), o como mensajes de predisposiciones cooperativas para compartir recursos
materiales (Mehu, Grammer y Dunbar, 2007).
Siguiendo la línea marcada por la Ecología de la conducta, en el caso de la
entrevista ofrecida por Anna Gabriel a la cadena suiza RTS, su sonrisa
cumpliría una función de expresión de afecto y
aceptación, transmitiendo su deseo de ser amistosa, su disposición y deseo de
afiliarse; lo que correlacionaría con su intención de residir en Suiza y
retomar su carrera como profesora universitaria (intenciones laborales y, si
fuera necesario, de asilo político).
En dicha entrevista ha cambiado la expresión feroz a
la que, en muchas ocasiones, nos tenía acostumbrados, por una expresión más
dulce y amable, llegando a dar muestras de debilidad. Ladear la cabeza es una forma de decir que está
cómoda, que se muestra cordial y
receptiva. Pero también puede ser una señal de sumisión y ausencia de amenaza, porque al ladearla dejamos
expuesta la garganta y hace que parezcamos más pequeños de tamaño y menos
amenazadores. El propio Darwin indicó que cuando la gente se siente sumisa
tiene tendencia a inclinar la cabeza,
con lo cual consigue un aspecto más bajo y menos amenazador.
La costumbre de bajar la cabeza como signo de
sumisión es común a muchas culturas y se sigue llevando a cabo ante ciertas
autoridades como reyes, emperadores y presidentes de gobierno (curiosamente en
España el protocolo del saludo a nuestro monarca no exige la inclinación de cabeza como señal
de respeto y sumisión). También en diversas situaciones hacemos uso de ese
gesto a modo de disculpas, como pidiendo perdón por los inconvenientes que
hemos podido ocasionar (por ejemplo al pasar entre de dos personas que están
conversando).
Muchos animales, como los perros y los lobos,
ofrecen su cuello a otro animal más dominante de su misma especie en señal de
sumisión; además encogen el cuerpo hasta quedar casi agazapados y simular así
la altura de un cachorro (incluso suelen lamer el morro del dominante como
haría un cachorro). Quizás por ello, para autores como Allan y Bárbara Pease
(2006), la cabeza inclinada exhibe un
cuello vulnerable y hace que la persona parezca más pequeña y más sumisa.
Anna Gabriel utiliza los gestos de ladear la cabeza
y asentir con ella porque sabe, o intuye, que de esta manera su interlocutor y,
por extensión toda la audiencia que va a ver esa entrevista, empezarán a
sentirse confiados con ella, ya que ofrece un aspecto no amenazador. A ello
contribuye también su nueva apariencia, ahora más aniñada.
En definitiva, su cambio de apariencia, ahora más
acorde a la mayoría de la población, y sus muestras de cordialidad y sumisión,
no son más que exhibiciones para tratar que las autoridades y población suiza
empaticen con su causa.
Trabajos
citados
Trabajos
citados
Darwin, C. (1859). El Origen de las Especies.
Fernández-Dols, J.
M., & Crivelli, C. (2013). Emoction and Expression: Naturalistic Studies. Emotion Review, 5(1), 24-29.
Fridlund, A. J. (1994). Expresión facial humana.
Una Visión Evolucionista. (J. Cerdas Ibañez, & I. Cardas Ibánez,
Trads.) Bilbao: Desclée De Brouwer.
Moreno, D. (2005). La conducta adaptativa en el
panorama científico y profesional actual. Intervención Psicosocial, 14(3),
277-293.
Pease, A., & Pease, B. (2006). El lenguaje del
cuerpo. Cómo interpretar a los demás a través de sus gestos. Barcelona:
Amat, S.L.
.
Darwin, C. (1859). El Origen de las Especies.
Fernández-Dols, J.
M., & Crivelli, C. (2013). Emoction and Expression: Naturalistic Studies. Emotion Review, 5(1), 24-29.
Fridlund, A. J. (1994). Expresión facial humana.
Una Visión Evolucionista. (J. Cerdas Ibañez, & I. Cardas Ibánez,
Trads.) Bilbao: Desclée De Brouwer.
Moreno, D. (2005). La conducta adaptativa en el
panorama científico y profesional actual. Intervención Psicosocial, 14(3),
277-293.
Pease, A., & Pease, B. (2006). El lenguaje del
cuerpo. Cómo interpretar a los demás a través de sus gestos. Barcelona:
Amat, S.L.
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